¿Sabes cuántas historias hay detrás de un barco? ¿O por qué se llama así? o ¿Cuántas olas ha surcado antes de ser desechado? Tener un barco, es tener la libertad de ser un poco Leonardo Di Caprio en Titanic, y poder gritar sin ser juzgado: «soy el rey del mundo». Tener un barco es tener un pedacito de mar, las vistas más bonitas de la isla, un asiento en primera línea de atardecer, un bronceado envidiable y un olor constante a verano. Es ser capitán de la calita en la que atraques y siren@ de la playa más cercana.
Tener un barco es tener «esa decisión» de ir dónde tú quieras, hacer frente a la marejada sin salidas de emergencia y luchar sin intermediarios que puedan hacer de la tormenta perfecta la peor de las pesadillas . Saber que vayas en la dirección que vayas no encontrarás fronteras físicas; Que debajo del casco hay todo un universo submarino del que solo conoces una mínima parte gracias a tus habilidades con el snorkel. Es ser espectador del mejor zoo marino donde la mejor de las fotos será la que inmortalices con tus ojos.
Yo quiero un barco, un velero o cualquier artilugio que me lleve mar adentro, entre olas calmadas y atardeceres infinitos. Tener un barco es tener una vía de escape hacía un universo paralelo donde lo más importante será tu habilidad para manejarlo en condiciones extremas o saber el momento justo en el que alcanzas velocidad de crucero y empiezas a disfrutar, ahora sí, de ser capitán.