A las puertas de los treinta y pico, creo que hay una crisis en lo que a relaciones se refiere. Las llamadas relaciones líquidas, tan fluidas, inertes y llenas de sinsentidos que se te escapan de las manos y te preguntas si alguna vez ha existido. La falta de bidireccionalidad, el asqueamiento generalizado mezclado con la inocencia y entusiasmo que todavía perdura en algunas personas…hacen que ya no haya ni un mínimo de compromismo aunque solo sea para tomar un vino. Siempre blanco y siempre dulce.
Muchas mujeres de mi alrededor, fuertes, seguras y con una desarrollada inteligencia emocional se encuentran ante situaciones que carecen de sentido, comportamientos pueriles y una escasa involucracion en lo que a las cosas importantes se refiere. (Y no hablo del los stándares sociales.) Porque abunda el tener más de una por si la cosa se tuerce, nos quedamos sin satisfacción instantánea y placer inmediato.
Ya no se improvisa, ni se fluye en una sola dirección porque tener varios caminos abiertos y alimentar tu ego por partida doble o triple satisface más que el ir descubriendo las bondades de elegir el camino menos transitado y sin embargo más retador.
La falta de apertura emocional, la no claridad en los mensajes y la falta de cierto compromiso ante momentos simplistas hacen que los miedos y fantasmas del pasado florezcan ante un nuevo despertar con alguien que ni siqueras sabes si llegará a pasar. Y este es el gran punto de inflexión.
Pero lo intentas, porque el mundo, y sobre todo el amor, es para los valientes aun sabiendas de ser vencidos y a veces, sobrepasados.
PD: A todas esas historias de mujeres altamente cualificadas en todos los aspectos de sus maravillosas vidas, sensibles y fuertes que escucho y vivo de cerca, que han perdido la ilusión o están en trámites de dejar de creer e intentar.