Punto de no retorno

Si estás en un punto de no retorno ¡Bienvenid@! Ha pasado algo en tu realidad que cambiará el transcurso de las cosas. Estar en un punto de no retorno es ser más consciente del ahora, llevar las riendas de tu presente y tener claro que solo hay dos opciones: quedarte como estas o avanzar hacía un nuevo punto.

El punto de no retorno es saber que irremediablemente algo va a cambiar, y aún así llegar a la conclusión, de que sí, algo tiene que pasar en tu entorno para poder continuar. Eres valiente si has llegado a ese punto, porque sabes que algo que estaba en tu pasado cambiará tu presente y futuro (para ser diferente). No es fácil, pero si has llegado hasta aquí ya tienes medio camino hecho.

Tu también has pasado por ese tsunami emocional en el que inevitablemente pocas cosas se podían explicar mientras tu te dejabas arrasar por todo y todos. No pretendas entenderlo. Ahora, después de todo, te toca decidir a ti.

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Fluye

Con el tiempo, me he dedicado a destensar nudos del pasado, a dejar de tirar de cuerdas que no llevan a ningún lado, a no meterme en batallas que no aportan y a coger vuelos con destino desconocido. Me dedico a fluir, porque no hay nada más placentero que dejarse llevar, sobre todo por las nubes. Porque después de una crisis, siempre vienen tiempos de bonanza emocional. Viene un re descubrir lo que ya dabas por descubierto y un resurgir que riéte tú del Ave Fénix.

Porque después de un pico, viene un valle que ni la mejor pista de aterrizaje le podría igualar. Y aquí, ahora sí, quien lleva los mandos de la situación eres tú. Quizás no estés del todo preparad@ para lo que pueda llegar pero de lo que sí estoy segura es que tanto tu como yo somos más fuertes, más sabios y mucho más grandes, aunque tú te sigas viendo igual de pequeñit@.

 

 

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Septiembre

Septiembre. El final del verano o el comienzo de todo. El final de tu amor de verano o el comienzo de…Septiembre, el final de los días largos y sin horas y el comienzo de la rutina y las prisas. Septiembre, el final del mar y el atardecer y el comienzo de kilómetros de asfalto por recorrer. Septiembre, es reencontrarse con todo y todos.

Septiembre, es un volver a empezar mental, es la lista de propósitos de enero por adelantado, una prueba de fuego para ver, si ahora, si, te quitas los malos hábitos y las malas compañías. A septiembre o se le quiere o no. Para aquellos que han sabido guardarse unos días, saben que lo bueno se hace esperar y que es ahora cuando hay que empezar a disfrutar. Para los ansiosos del sol, del verano y la calita de moda, septiembre es un bajón.

A mí, siempre me gusto septiembre, por ser el mes menos planeado y más productivo, por aquello, de ser ese mes de prueba para ver si eres capaz de empezar con una rutina saludable en la que no falte los vinos de un martes, el pilates de los miércoles y las cenas improvisadas de los jueves. Donde los fines de semana se conciben, todavía, como mini vacaciones para escapar a cualquier lugar.

Septiembre, el final y comienzo de todo.

 

 

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Lo que aprendí una semana de agosto en Madrid

Verano, sinónimo de calor, relax, playa, montaña o ciudad. Sinónimo de «haz lo que te apetezca» porque tu tiempo corre a cuenta propia sin rutinas establecidas.

Si a falta de playa, sombrilla o un plan de escape de la ciudad te quedas en Madrid, respira, hay más potencial del que crees en una ciudad vacía que en un fin de semana de navidad.

Lo mejor de estar contigo mism@ es que te planificas como quieras, hazte un planning mental de como serán tus días porque en el fondo, aquí quien manda eres tú. Déjate de líderes de opinión, de propuestas que se diluyen de un martes a un sábado o de planes por compromiso. Lo mejor; cumplir tu plan con éxito, lo peor; seguir viendo sol y playa vía Instagram.

Pasear por la ciudad sin apenas gente ni horas de llegada, es un auténtico lujo. No corras para llegar a tiempo al metro o al bus que le queda 2 minutos. Piérdelos, que pasen de largo, porque tu plan no es llegar al lugar, sino disfrutar del camino.

Por eso, si el destino decidió que pasases unos días de agosto en Madrid, respíralos con calma, párate a mirar los edificios, la arquitectura, o sencillamente ese conductor que acaba de parar justo en tu semáforo. Observa, planifica tus horas y déjate llevar sabiendo que estos días has hecho lo que te propusiste. ¡Check!

 

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Cuando te pasas de frenada

Has corrido tanto que te has pasado de frenada. No es que te hayas salido de la pista, es que ahora hay que reconducirlo de nuevo. Tú, que pecas de prudente, de no correr, de no adelantarte…Has pisado el acelerador y no has reparado en las consecuencias, porque lo mejor de correr sin rumbo determinado, es la libertad que sientes de que no hay nada ni nadie que puedan pararte. Porque en ese preciso momento tú no piensas en el después, piensas en el ahora, y así pasa, que no te has planificado la ruta a seguir y andas en un sin saber que hacer. Dicen que las cosas hay que vivirlas al día, hacer aquello que en ese preciso momento te haga volar estando en tierra. Pues eso que ganas.

Cuando vuelvas a la pista (siempre tienes que volver, sobretodo en circuitos que al principio parecen cerrados) sigue disfrutando del momento, del aire que viene de frente, de cerrar los ojos un micro segundo y volver a respirarlo todo con más ganas…Pero sobre todo asegúrate de que a mayor velocidad más probabilidades de salirse de pista…Pero mientras eso sucede, sigamos corriendo.

 

 

 

 

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El valor del silencio

Cuanto más mayor vas siendo más valoras el silencio. Ese espacio de tiempo en el que da igual que estés rodeada de gente como que estés en el abismo, porque tú estás en ese preciso momento de silencio mental. Donde nadie ni nada te perturba, porque sí, has llegado a tal punto de concentración y ensimismamiento que pocas cosas pueden romperlo.

Me he propuesto tener más momentos de silencio mental que de costumbre, por eso de dejar la mente en blanco de no agobiarme con lo del paso del tiempo y con las presiones sociales a las que tú por ser mujer te enfrentas todos los días. (que no cunda el pánico)

El silencio es un valor en alza. Se cotiza caro. Todo el mundo tiene que «expresarse» «soltar lo que piensa» y hacernos, como no, partícipes de sus dramas de forma altruista sin preguntar antes ese «¿Y tú como estás?». Por eso esta bien lo de resetear la mente de historias ajenas y pensamientos perturbadores, por que aquí el/la importante eres tú. Eso que no se te olvide.

 

 

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Date una tregua

Date una tregua. Un paréntesis neuronal.Unas vacaciones mentales. Un espacio en mitad de la nada. Un respiro. Una calada de aire limpio; una bocanada con sabor a mar. Un sueño sin despertar. Date una tregua, pero de verdad. Sin auto exigencias de por medio ni pérdidas de tiempo sin más. Date una tregua, retoma el vuelo, la velocidad de crucero.

Date una tregua, sal a pasear. A oler, a no pensar, a disfrutar. A descansar. Date una tregua, sin salir, y sin llamar. Date una tregua y ponte a descansar, a recuperarte de todo y de nada, de lo que ya pasó para valorar lo que vendrá. Date una tregua, pero de verdad. De esas que resetean la mente, que producen amnesia temporal y traen aire fresco sin más.

 

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El amor romántico está en peligro de extinción

El amor romántico está en peligro de extinción. Tú ya no miras, ahora chequeas una aplicación con infinitos candidat@s dispuestos a quién sabe si robarte el corazón. Déjame que dude. El amor romántico está infravalorado, porque ahora tú ya tienes un pseudo amor vía aplicación, al menos de momento.

Déjate de poesías, de miradas furtivas y carcajadas mentales, que ahora él/ella no te mira a los ojos. Ahora, te saludan a través de una pantalla y en cuestión de segundos ya tienes una cita exprés. El amor romántico se ha diluido con el paso del tiempo, se ha perdido, escondido, huye del «aquí y ahora» para camuflarse en las mentes de aquellos  que piensan que todavía existe eso del «amor a primera vista» o «cuéntame más de ti, pero, dímelo a la cara»

Hay más miedo de rechazo en la vida real que en un next vía smartphone. El amor romántico se ha materializado en tarjetas vacías, en flores con motivo de San Valentín, y en películas dónde tu obviamente no eres ni Kate Winslet (Titanic), ni Allie Hamilton (El Diario de Noa) ni Sally (Cuándo Harry encontró a Sally). El amor romántico se está perdiendo. Pero ¡oye! no te desanimes, las modas siempre vuelven, y eso de escribir cartas, tomar un batido a media tarde o simplemente andar volverá en forma de plan alternativo, cool y trendy, para que de nuevo tú, vuelvas a creer en el amor.

 

 

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Vende tu alma al destino

He vendido mi alma al destino y en definitiva al 2018. He dejado mi presente en manos del karma para que haga de él el mejor de los futuros. Este año no hay listas que completar ni checks que añadir. Este año, brindo por los propósitos de los demás. La contrapartida de hacerte propósitos es que inevitablemente te decepcionarás si no los logras, por eso prefiero dejarlo al azar. Que si está de pasar, pasará. Este año, solo pido calma, sin prisas ni objetivos que cumplir. Este año, es solo mío. Lo bueno de no tener ciertas responsabilidades es que solo te rindes cuentas a ti mism@. Cuidado con la auto exigencia, planea por tu cabeza sin apenas darte cuenta.

Sin objetivos, ni metas límite por cumplir, solo tienes una opción. Confiar en la suerte, creer en el destino y en la capacidad más absoluta que tienes de hacer que este año sea especial por algo 😉

¡Lo será!

 

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Hoja en blanco al 2018

Al nuevo año le he dejado un cuaderno de notas en blanco. Sin fechas ni días señalados que recordar. Así, hay más posibilidades de hacer que cada día sea especial por algo.

Al nuevo año, no le he dado pautas, ni pre avisos, ni reglas, ni normas que cumplir. Por no darle, esta vez no le he dado ni tregua con el tiempo, que lo lleve a su manera, que ya soy toda una experta en manejar timmings ajustados y salidas de última hora.

Al nuevo año, en sí, no le pido nada. Ya me encargo yo de manejar los contratiempos, los días y las prisas de mi misma (y a veces la de los demás). Mantener la curiosidad y el entusiasmo corre por mi cuenta, al igual que las muchas o pocas ganas que quiera ponerle a las cosas. Ya veré como gestiono los malos hábitos, la mala vibra y las caras largas de las mañanas.

Cuento con un repertorio de planes alternativos a imprevistos emocionales que quieran desestabilizarme. Eso ya lo aprendí hace un tiempo atrás.

Al nuevo año, de cifra par, de mala rima y de días nuevos por llegar, no le pido nada, porque lo que tenga que llegar, ten por seguro que (a tí y a mí) nos llegará 😉

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