Tengo algún que otro grupo reducido e inconexo entre sí de amigas faro que veo menos de lo que me gustaría. Por circunstancias varias, vivimos en diferentes contextos vitales ó incluso ciudades, pero de vez en cuando, surgen pequeñas alineaciones astrales y agendiles que me permiten seguir disfrutando de ellas. Son esas personas que te traen luz en medio de la tempestad, que hacen de las conversaciones mundanas un análisis de cómo y por qué pasan las cosas así. En las que hablar de meditación, emociones, ansiedad, relaciones y futuro es lo mas normal (y necesario). Porque como bien decía B, tenemos un pequeño foro. Donde cada palabra se convierte en toda una declaración de intenciones. Donde las experiencias son compartidas y vividas a tiempo pasado con más intensidad aún si cabe. Porque nunca una opinión fue más consejo y un consejo más un deber.
Ellas ponen, sin quererlo, el listón de la amistad y sus valores muy alto. El de los planes improvisados, o mejor dicho, los planes planeados, poniendo una cruz bien grande en el calendario, sabiendo con toda seguridad que nada ni nadie fallará a ultima hora, porque la prioridad somos nosotras.
Es lo que tiene estar en otro mood emocional, en otra onda, o en otro universo. Que muchas veces pretendo que todas las conversaciones sean puras y llenas de emoción. Y no se puede, porque no todos estamos en el mismo punto de involucración. Porque no todos estamos en el mismo punto de autoconocimiento. Porque no todos sabemos tratar según qué temas y según con quién. Y porque el grado de empatía y respeto debe se superior al aplicado en cualquier otra situación. Y eso, requiere esfuerzo, compromiso y generosidad, pero sobre todo, mucho amor.