Seis minutos es lo que dura la publi del “7D: El debate decisivo”. Seis minutos es lo que tardas en sacar una conclusión de lo que acabas de ver. En seis minutos prejuzgamos y en seis más juzgamos. Seis minutos es lo que tarda en venir el bus, el metro o el taxi que esperas. En seis minutos pasas de zombie a persona. En seis minutos desayunas. En seis minutos te calientas la comida. En los siguientes seis minutos disfrutas del postre, en silencio y con la mirada perdida. En seis minutos arrancas el ordenador. En seis minutos chequeas el movil, el mail o la tia fashion de al lado. En seis minutos esperas la llamada, que cambiará los próximos seis minutos o el resto de tu vida. En seis minutos decides si le besas y en los siguientes seis si es él o no. En seis minutos te vistes y en los siguientes seis te miras al espejo y te vas. En seis minutos puedes pillar un chiste o no pillarlo nunca. En seis minutos vas al baño, recorres media casa y sacas las palomitas del microondas antes de que vuelva a empezar la peli. En seis minutos miras Facebook, Instagram, Vine o lo que te echen. En seis minutos compras el pan y media pastelería. En seis minutos resumes la conversación de una hora y en los siguientes seis tomas una decisión. En seis minutos dejas la mente en blanco, viajas a Europa, Asia o América, y decides en los próximos seis minutos cual será tu siguiente destino. Inevitablemente, seis minutos será lo que tardes en replanteártelo, actuar y darte cuenta que si quieres, solo en seis minutos lo puedes cambiar.
A ver si…
A ver cuando pasa. A ver si me llaman. A ver si te llamo. A ver si quedamos. A ver si me pongo a plan. A ver si voy a pilates. A ver si busco info del máster. A ver si lo hago. A ver cuando gano más dinero. A ver cuando me independizo. A ver si empiezo a leer en inglés. A ver si empiezo. A ver si acabo. A ver si sale el sol. A ver cuando llegue a casa. A ver qué me dice. A ver qué te dicen. A ver cuando lo hablas. A ver cuando te sale un nuevo trabajo. A ver si lo petamos. A ver si hacemos un viaje. A ver cuando me sacas a bailar. A ver cuando vamos a Edimburgo. A ver si voy de compras. A ver si descanso un poco. A ver si sociabilizo más. A ver si finjo menos. A ver si recojo la habitación. A ver si hago el cambio de armario. A ver si espabilo. A ver si el mundo estalla y nos pilla en la playa.
El día menos pensado
El día menos pensado rompo con mis principios, me lío la manta a la cabeza y me voy al campo. A vivir del aire, de lo poco que tenga o lo mucho que ahorre sin gastar. El día menos pensado me caso sin que nadie se entere, en secreto y ante la inmensidad del mar. El día menos pensado lo dejo otra vez, y empiezo a estudiar todo lo que nunca aprendí en la universidad. El día menos pensado vuelvo a respirar tanto o más como cuando tenía 21. El día menos pensado dejo los miedos a un lado y empiezo a trazar el plan más perfecto y esquemático que puedas imaginar: nosotros. El día menos pensado adoptaré un perro, por mí, no por él. Para que me enseñe todo lo que no sé. El día menos pensado vuelvo a devorar libros, a entusiasmarme más y a seguir esperando que el día menos pensado nos volvamos a encontrar, aunque nos hayamos encontrado unos años atrás.
Porque el día menos pensado, viene sin querer y lo esperas sin pensar.
El verano es para los amantes, locos, jóvenes y depresivos
Lo bueno dura poco. Muy poco. Piensas que tienes 2-3 semanas por delante y cuando te das cuenta y abres los ojos, no hay mar, ni cielo azul, ni aire puro…Con un poco de suerte habrás gastado todos los protectores solares que te compraste para recibirlo como Dios manda. Que nada te recuerde que has estado fuera de la ciudad. La lavadora se ha encargado de todo y a ti solo te queda el recuerdo de lo que fue el VERANO.
El verano no entiende de horarios ni de días. Cuando es verano no hay reloj, no hay alarmas, no hay notas, y con suerte no tienes ni ordenador, porque la única pantalla que necesitas es esa que se clava en la arena y te protege del sol.
El verano es para los amantes, jóvenes, locos, depresivos…los que un rayo de sol les consuela más que cuatro mantas mal puestas en invierno. Los días son largos y el clima acompaña, la combinación perfecta para que la tierra se ponga tonta, y de vez en cuando le de por llover y tronar.
Entonces, tú, amante,joven,loco,depresivo…te despiertas, respiras, te calzas y sales. Porque es verano, y en verano ni la hora ni el día importa. Mientras, y sin darte cuenta, habrás creado un recuerdo más para la posteridad, de esos que te sacan una carcajada un lunes por la mañana.
1 de enero de 2015
1.01.15/1 de enero de 2015/Año nuevo. El inicio de un año, un mes o todos los propósitos y buenas acciones que vas hacer. El inicio de la mayor aventura de tu vida. Los 1 de enero son una bonita excusa para ser mejores y pedir sin rendir cuentas a nadie salvo a tu lista de propósitos por cumplir. Aquellos que los primeros quince días te machacaran la cabeza recordándote los kilos que te sobran, lo poco que te gusta lo que haces, lo bien que estarías independizado o la de oportunidades que te estás perdiendo por no salir de tu zona de confort. ¡Ay amigo, que dura es la cuesta de enero! Y no, no me refiero a los gastos.
Tómatelo con calma y parsimonia. Te doy un mes de adaptación (quince días de recuerdo permanente de los propósitos que probablemente no cumplas y quince días de aceptación del nuevo año, y por ser tú, un día de regalo). Un total de 31 días para que espabiles, y empieces a planificar tu año. No te pido una obra de ingeniería, solo que lo dibujes sobre el plano de tu mente. Me vale a lápiz, con algún que otro borrón de lo que quieres y no harás. De lo que no tienes y conseguirás. A mano alzada, sin entrar en detalle, pero con unos objetivos claros de qué te gustaría que tuviese este 2015.
Te animo y me animo a cumplir con cada una de las convicciones, corazonadas o presentimientos de que este año te lanzas. Porque este uno de enero, lo queramos o no, empezamos de nuevo andar, y sin darnos cuenta ya estamos haciendo la mayor declaración de intenciones que podamos imaginar. Porque nos estamos adelantando al futuro y todavía no hemos acabado el presente. Porque inevitablemente, empiezas otro año y todavía no te has levantado.
Once líneas para recordar el año
Lo sé, no te lo crees ni tú de que hayas sobrevivido un año más a tantas y tantas cosas que te han pasado. No intentes comprender cómo demonios has sido capaz de llevar a cabo estos 365 días que ya estamos dejando atrás. El tiempo es raro y abstracto. Cuando te lo estás pasando bien esprinta y cuando te aburres se duerme dando los minutos por hora.
Este año no daré guías, ni propósitos ni te recordaré todo lo bueno que está por llegar. Este año, te felicitaré, sólo por haber llevado con esa elegancia los 12 meses del año, por haber sido el superhéroe de tu 2014.
Quizás no ha sido tu mejor año, y muy probablemente (salvo excepciones) quedará guardado en el olvido de la memoria, vamos, que sabes que existe pero no recuerdas con detalle (ni falta que hace). Quédate con lo que de verdad importa. Llámalo viaje, lección momento o conversación. Llámalo como quieras, pero que al fin de cuentas en algún momento de estos dos días, eches la vista atrás y tengas esa maravillosa sensación de decir “no fue tan mal” eso será síntoma de que quizás no ha sido impresionante, pero lo suficientemente bonito para recordarlo.
Historia de una terraza
Me he enamorado, y ya es demasiado tarde para decir lo bien que estaba allí. No sé nada de su pasado, ni de las conversaciones que ha tenido que escuchar, las fiestas que ha debido de disfrutar, las barbacoas que ha tenido que hacer o las rondas de pin pon que habrá jugado. Lo mucho o nada que sé de ella se resume en ocho meses y medio de relación.
Una relación de altura, en una zona privilegiada dónde lo mismo veías a la asistenta haciendo la cama en la buhardilla de enfrente, al vecino de turno regar las plantas o como una gran columna de humo negro salía de algún céntrico edificio.
El verdadero disfrute de los lugares se da cuando estás en silencio. En silencio mental, que nada ni nadie te aturulle con sus cosas del día, que el wifi no llegue a la 4º planta o que el acceso sea exclusivo…Cuántos metros cuadrados llenos de disfrute, charlas, momentos de sol, brindis, farolillos de fuego, piñatas, comidas y minutos invertidos habrán pasado por la terraza de la calle Palma. Tiempo bien invertido en descansar, en disfrutar de las vistas, en no decir nada o decirlo todo en el espacio justo en el que dura una comida: 20 minutos.
Todo lo bueno y lo malo resumido en una terraza, azotea, patio o como lo quieras llamar, porque “el amor” no entiende de formas ni material.
¡Respira!
«Si levantásemos la mirada al andar, veríamos más». Eso mismo pensé ayer cuando regresando a casa del trabajo vi una bicicleta con unas flores mal puestas atrás. Y pensé, me encantaría conocer la historia de esta instantánea que acabo de subir a Instagram.
Andamos dormidos en la rutina y abducidos por el smartphone y así no tenemos tiempo de observar y analizar los pequeños detalles que nos rodean, y sin querer se nos pasan los saludos, las miradas, las sonrisas y hasta el bus que queríamos coger . La tarde se convierte en un suspiro sin disfrute, en una calada sin «colocón» o en un café sin sobremesa. Así, no.
Por eso hace ya tiempo me plantee eso de la jubilación anticipada, en un entorno rural, no muy lejos de la civilización y la raza humana (por no perder parte de los orígenes) con algún que otro perro y gato, un huerto y quizás una piscina. Pinta bien, pero mi otro yo me dice que estaré anclada de por vida a la ciudad, al smartphone y al ansia constante de seguir buscando caladas de aire fresco entre tanto humo.
Los efectos del domingo
Hoy no es domingo. No llueve. Hay tráfico. Están todas las tiendas abiertas. No hay comida rica. No hay sobremesa ni café en el sofá. Hoy es martes.
¿Qué tienen los domingos que hacen que revolotees en la cama de una esquina a otra? Que desayunar con buen humor y en una hora te reactiva más que los 10-15 minutos de la mayoría de los días. Que volver a la cama después de desayunar no hará que llegues tarde a ningún sitio, porque los domingos, son para ti.
Los domingos «Día mundial del descanso» no se pierde el tiempo, se recuperan energías. Los domingos se sale a tomar el aire, el sol o el vermú de las 12.00h porque para algo es el último día de la semana. El colofón final de nuestra «tarta», sueño o rutina semanal.
Los domingos te los esperas, suelen ser iguales y pocas veces varían. El plan perfecto pasa por estar tirado en el sofá mientras te quedas dormido viendo el típico thriller psicótico en televisión.
Luego llegará la media tarde, el café, el zappeo, el baño… Hasta que regresas nuevamente al sofá y caes en la cuenta de que el domingo se vuelve más oscuro, más gris, más feo…En definitiva, menos domingo y más lunes.
Entonces solo nos quedará irnos desconsolados a la cama, tirarnos y dormir otra vez, por lo menos hasta el viernes próximo, cuando inexplicablemente volvamos a despertar 😉
¡Cuánto tiempo!
Vorágine definida por la RAE como:
1. f. Remolino impetuoso que hacen en algunos parajes las aguas del mar, de los ríos o de los lagos.
2. f. Pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos muy intensos.
3. f. Aglomeración confusa de sucesos, de gentes o de cosas en movimiento.
Así estamos señoras y señores. Así ando desde hace dos meses. Tanta es la “pasión desenfrenada” hacia mi trabajo, que entre sucesos absurdos, imprevistos, remolinos y demás alboroto me encuentro con que ni observo, ni miro ni analizo. Un despropósito para mí y sobre todo para Little Planes.
Y entre tanta agitación caigo en la cuenta de que ya estamos a mediados de abril, sin abrigo, sin botas y si me apuras llenando los jardines de Madrid en busca de algún rayo de sol que nos ponga más guapas y delgadas. Esto último no es muy cierto del todo, pero el tema es que el bronceado favorece. Eso es así. Por suerte me llevo en la maleta un bronceador de la marca para la que trabajo que oye eso de que te lo den, siempre te da una alegría para el cuerpo y para el bolsillo.
En las próximas semanas desempolvaré mi libreta donde este tiempo atrás iba apuntando esas curiosidades varias del ser humano. Toda una especie todavía por descubrir. Mejor dicho, por entender.