Yo no sé si es el eterno verano madrileño, el hastío laboral o las ganas de seguir aprendiendo, pero con los meses me he vuelto más inconformista, inactiva, inerte, inestable e inalterable, demasiado “in” para las ganas de out que tengo.
Alguien me dijo unos años atrás que guardase la inocencia y la sonrisa, que con los años se corrompe y te haces más rancia y más seria. Con la de “payasos” que hay en la vida y solo unos pocos son profesionales de verdad, de los que sacan carcajadas aunque estés en los lugares más fríos e inhóspitos.
El verano, como casi todos, cuando te vas haciendo mayor, suele ser lo más esperado del año, una ventanita de libertad, oxígeno y amnesia que hace que te olvides hasta de la contraseña. Sí, era Mayo2016.
El verano es como un finde extra largo o un puente al finito. En verano todo vale, hasta los shorts rotos.El verano perfecto empieza con un calentamiento de fines de semana de jueves a lunes y termina con la semana grande en septiembre, que la “vuelta al cole” te pille en cualquier playa sin gente con olas y con la bandera del color que sea, que tu único cometido será disfrutar de estar ahí sabiendo que el verano, en septiembre, es para los valientes.