Llevo algún tiempo siendo funambulista emocional. Ejercitándome asiduamente para entenderme y entender el cambio de paradigma social que me rodea.
Sobre una fina cuerda, atravieso la versión pasada de todo aquello que fuí y creía que era “para complacer” “para tenerme en cuenta” o sencillamente no alterar el orden “de lo normal” con una versión mucho más honesta, transparente, agradecida y disfrutona de mi ser.
Y así estamos, manteniendo el equilibrio y sosteniendome entre manos amigas a las que llamo y están. A las que me llaman y voy. Donde la admiración es mutua, y el «¿pero como te encuentras tú?» es el comienzo de toda conversación. Siempre están. Aunque a veces se me olvida. N me lo recuerda siempre.
Dicen que si consigues atravesarTE abres un mundo interior lleno de posibilidades, sin miedos ni creencias irracionales, con algún recobeco fácil de explorar y donde si te pierdes, ya sabes que hay un final. Donde impera el respeto, la sinceridad, honestidad y amor hacia uno mismo y donde la soledad es un estado más.
Admiro a todos los funambulistas emocionales que sin ningún tipo de pretensión, se lanzan a sostenerse, a caminar y atravesarse, contra todo pronóstico, de no salir ilesos, pero con la valentía y las ganas de que es necesario hacerlo para avanzar hacía uno mismo y hacia los demás.