Has corrido tanto que te has pasado de frenada. No es que te hayas salido de la pista, es que ahora hay que reconducirlo de nuevo. Tú, que pecas de prudente, de no correr, de no adelantarte…Has pisado el acelerador y no has reparado en las consecuencias, porque lo mejor de correr sin rumbo determinado, es la libertad que sientes de que no hay nada ni nadie que puedan pararte. Porque en ese preciso momento tú no piensas en el después, piensas en el ahora, y así pasa, que no te has planificado la ruta a seguir y andas en un sin saber que hacer. Dicen que las cosas hay que vivirlas al día, hacer aquello que en ese preciso momento te haga volar estando en tierra. Pues eso que ganas.
Cuando vuelvas a la pista (siempre tienes que volver, sobretodo en circuitos que al principio parecen cerrados) sigue disfrutando del momento, del aire que viene de frente, de cerrar los ojos un micro segundo y volver a respirarlo todo con más ganas…Pero sobre todo asegúrate de que a mayor velocidad más probabilidades de salirse de pista…Pero mientras eso sucede, sigamos corriendo.