A veces, hay que saber esperar

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Esperar impaciente, pero esperar. Esperar a que el destino haga su función, “la de consignación, señalamiento o encadenamiento de sucesos…” Déjale trabajar, que espabile tu vida, la remueva y la vuelva a formar. Que te traiga lo que sea necesario, lo que esperas o lo que anhelas. Pero espera, que él ya va a tu encuentro. Que el camino no es solo cosa tuya. Que por mucho que ares la tierra, no brotará flores si no es la época. No te empeñes. Tómatelo con la calma justa y necesaria como para llevarlo de la mejor manera posible. Mientras, invoca el karma, las ciencias sobrenaturales o cualquier rito indio que te ayude a llevar la carga de no saber nada. Nada de lo que vendrá. Haz de la espera el mejor aprendizaje del presente. Que a estas alturas eres tod@ un@ superviviente.

Quizás llegue antes de lo esperado, o tan tarde que ya no recuerdes aquello que tanto querías que pasase, será síntoma de que has superado tu propia ansiedad y agonía de esperar. Que el karma te ha compensado por el camino con algo tan tan genial que ha reseteado tu lista de deseos inmediatos. Será, que ahora, las prioridades han cambiado y sin darte cuenta has dejado el destino a un lado.

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