Tu vida vista como una cápsula de todo lo que eres condensado en un mes y quien sabe cuántas semanas más.
Espero que sigas viviendo tanto o más como lo hacías antes. Que a pesar de no salir, sigas buscando en tus recuerdos momentos que te sigan manteniendo en pie.
Espero que no seas demasiado dur@ contigo mism@, por no haberte fijado objetivos, por no cumplir retos. Lo verdaderamente importante habrá sido llegar a la meta. Tod@s.
Espero que cuando todo pase, valores aún más la libertad que tenías, sin restricciones de ningún tipo. Que sigas disfrutando de tu ciudad, a la que tanto amas y odias a partes iguales, que sigas descubriendo edificios, que sueñes con los áticos del Retiro y que sigas adivinando el destino de los aviones perdidos.
También, espero que extraigas la mejor de las lecciones. Esa que aprende uno mismo a base de introspección y auto compasión. Medítalo. Que valores lo que ya tienes, que anheles lo que tenías y que te comprometas con lo que vendrá.
Espero que mires con otros ojos, al que te atiende detrás de una caja registradora, a quien te lleva tu pedido o quien limpia aquello por donde pisas. Ellos, también te están salvando.
Espero que hayas recuperado hábitos perdidos y te hayas reencontrado más contigo mismo. Que no tengas miedo al silencio y a los tiempos no cumplidos. Que sigas reparando en los detalles, esos que se pierden en la cotidianidad de lo sencillo, pero que ahora más que nunca, son los que nos mantienen vivos.
Deseo tanto como tu que todo pase, pero cuando pase, espero que guardes cada videollamada, cada momento compartido, cada rayo de sol a través de la ventana, cada aplauso, cada salida a la calle y en definitiva, cada segundo vivido para recordarlo siempre que te des por perdido.
Pero sobre todo, espero que este tiempo te haga sanar por dentro, para brillar aún más, y gritar cuando salgamos corriendo, que sí, que seguimos todos aquí.